Hace ya tiempo que no se escucha apenas nada crítico sobre la basura, parece que hubiera desaparecido de entre nuestras preocupaciones ambientales. Sólo cuando no se recoge, cuando se nos acumula en la calle, nos acordamos de que producimos mucha basura. Y es que el resto del tiempo, ¡es tan fácil! Basta con utilizar una de las tantas bolsas de plástico que siempre hay por casa, llenarla con lo que no queremos y bajarla a la calle o al contenedor más próximo. Allí se obra la magia, y ¡zas!, desaparece. Al menos eso es lo que nos dicen que pasa en Granada:

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Ahora que lo que nos tiene que preocupar es el cambio climático, la importancia de la basura es residual. Nos hemos quedado satisfechos aplicando sólo la tercera de las tres R (reducir, reutilizar, reciclar), de las que se hablaba hace 20 o 30 años. Justamente nos hemos quedado con la opción más tecnológica de las tres, la menos crítica con nuestro modo de vida, tan moderno. Muy en la línea AlGoreista, que en el final de su Verdad Incómoda introducía una mentira reconfortante: ya superamos tecnológicamente la destrucción de la capa de ozono, ahora podemos superar el problema del cambio climático. O, en este caso, reciclar sin cuestionarnos por qué generamos tantos desechos… Yes, we can!

De hecho, nos quedamos más tranquilos si pensamos que esto del efecto invernadero no es más que una mera turbulencia en el despegue de nuestro avión del desarrollo. Pero en realidad, no es más que otra faceta (fea, muy fea) de este modelo económico que estimula el derroche de materiales y energía, que genera tanta basura. Y nos seguimos encontrando carteles “con mensaje”, como este otro de Barcelona, donde parece que se nos dijera que cuanta más basura, mejor para el medio ambiente.

bcn

No nos engañemos. La mayor parte de las cosas que acaban en nuestras basuras a diario son productos que han tenido un coste ambiental alto, por el consumo de energía, agua y materiales que ha conllevado su producción, que se suma a todos los otros costes que empiezan cuando los tiramos, aunque sea al contenedor de reciclaje. Y por muy fácil que nos resulte deshacernos de tantos residuos, la huella ecológica que tienen sigue siendo más que patente.

A veces me pregunto qué pasaría si, en lugar de tener un servicio tan eficiente de recogida de basuras, nos viéramos obligados a deshacernos de ella por otros medios. Por ejemplo, como se hacía aquí y se sigue haciendo en tantos sitios de mundo, ¿qué si tuviéramos que quemar la basura nosotros mismos, cerca de nuestras casas? Quizás así, si no fuera tan fácil hacerla desaparecer, tomaríamos algo más de conciencia sobre la magnitud del sinsentido ligado a ese modo de consumo que ya hemos normalizado completamente en nuestras vidas.

Y entonces quizás, sólo quizás, no nos dejaríamos engatusar por trucos de magia y eslóganes falsos, y nos plantearíamos más seriamente optar por alternativas que, entre muchas otras virtudes, no contribuirían tanto al cambio climático que tanto nos preocupa ahora.

jabi ruiz

 

 

 

Jabier Ruiz Mirazo _ fundación entretantos