En la Comunidad de Montes Vecinales en Mano Común de Couso (Gondomar, Pontevedra), la vecindad está muy acostumbrada a recibir muchas visitas interesadas en conocer las claves y estrategias que les han llevado a ser una comunidad reconocida por el ICCA Consortium como Territorio de Vida. La calidez y familiaridad con la que fuimos acogidas desde el momento en que les planteamos la posibilidad de realizar allí el IV Encuentro estatal de la red Somos Comuneras, lo confirman. Su casa vecinal nos abrió las puertas de par en par, y las comuneras y comuneros estuvieron al detalle de todas las necesidades de las más de 60 mujeres que nos reunimos en esta ocasión. Una hospitalidad que, además de hacer mella en nuestros recuerdos y deseos de volver, estamos seguras de que es parte de esas claves comunitarias tan importantes para conseguir no sólo resistir sino ser ejemplares.
Al caer la tarde del viernes 22 de noviembre, la casa vecinal comenzó a transformarse en una especie de torre de Babel: el galego, el portugués, el castellano, el búlgaro, el italiano, el griego, el francés y el noruego podían escucharse por sus rincones si una prestaba atención. Y es que el encuentro anual de Somos Comuneras esta vez, además de atraer la participación de muchas compañeras gallegas y portuguesas por el lugar de celebración, reunió en su encuentro inaugural a las compañeras del proyecto europeo Wonder Commonlands. Lo hermoso es que este reto lingüístico no supuso ningún lío divino a modo de castigo y confrontación para las participantes sino una oportunidad enriquecedora para aprender unas de otras y encontrar vías para el entendimiento, bien mediante el uso del inglés como lengua esperántica contemporánea, bien mediante los dibujos, los cantos o las risas. Y a eso dedicamos la tarde-noche del viernes. Después de la bienvenida e introducción por parte de Patricia, vicepresidenta de la comunidad acogedora, Dora, representante de la red Somos Comuneras, y Nuria, coordinadora del proyecto Wonder Commonlands, pudimos conocer un poco sobre las organizaciones europeas que trabajan en el proyecto y la situación de las mujeres en los comunales de los distintos países que lo conforman. También nos presentamos mediante dibujos que situamos en los mapas que teníamos para poder hacernos una idea de nuestros lugares de procedencia, de donde trajimos viandas que compartimos para cenar acompañando a una deliciosa sopa hecha a base del producto estrella local, el shitake.
Así, la jornada del sábado empezó con muchas complicidades ya creadas y muchas ganas de charlar y compartir. Arrancamos la mañana conociendo los avances de la investigación abierta desde Entretantos sobre la participación de las mujeres en los comunales en España, y reflexionando en pequeños grupos sobre cuáles de los factores de incidencia sobre su predominante ausencia en los espacios de toma de decisiones pueden ser los que más peso estén teniendo en la actualidad. Por supuesto, el tiempo se quedó corto. Pero este calentamiento de motores nos vino muy bien para arrancar la ruta a pie por los comunales de Couso y continuar las conversaciones mientras paseábamos. Antón, el diligente presidente de la comunidad, nos guió durante el trayecto y nos fue explicando en cada una de las paradas los diferentes proyectos que la comunidad ha emprendido en los últimos años, y que conforman algunas de esas claves que tanto anhelábamos conocer nosotras también. El bosque de la memoria, el bosque de la lengua, la plantación de shitake, la charca de anfibios y la siembra de agua, desde luego son inspiración para cualquier comunidad que aspire a generar vínculo y sentido de pertenencia, así como a gestionar sus recursos procurando la sostenibilidad ambiental, económica y social.
Al atardecer, ya de vuelta en la casa vecinal, se organizaron dos espacios paralelos: uno para que las compañeras del proyecto europeo pudieran avanzar sobre los contenidos del mismo y sus siguientes pasos, y otro para el refuerzo de la red Somos Comuneras, donde aprovechamos la participación de nuevas comuneras tanto para recibir sugerencias e intereses para participar en la red, como para conversar sobre qué cuestiones importantes de los comunales habría que contarle al mundo. Y, tras un tiempito de descanso y una rica cena compartida, vino la sorpresa que más nos encendió los corazones. Desde Mulleres Bravas, un proyecto colaborativo de Amigas da Terra, Enxeñería Sen Fronteiras, Sindicato Labrego Galego, Agareso y entidades locales de Honduras, nos regalaron un maravilloso taller de regueifas de la mano y voz de la estupenda @albamaruxa, que consiguió que juntas creásemos nuestra propia regueifa y la cantásemos cual conjuro mientras la queimada ardía en la noche.
Y el domingo, con el regusto aún de la sororidad creada con los cánticos nocturnos, nos volvimos a reunir en la casa vecinal para compartir un desayuno con las mujeres de la comunidad antes de partir de vuelta a casa. Con las orejas bien abiertas, pudimos conocer cómo, aunque las decisiones sobre qué correspondía hacer en el comunal pudieran estar dentro de cada casa en manos de las mujeres, no ha sido hasta hace pocos años que han empezado a ser ellas las representantes en las asambleas o espacios de decisión, gestión o representación de la comunidad. Cómo algunas recuerdan haber tenido que ser viudas o autorizadas por el marido para poder ejercer esa representación. Cómo siempre han sostenido y ejercido de aglutinante comunitario y, aun así, se les ha negado la posibilidad del espacio público. También cómo esto ha ido evolucionando, y hoy cuentan con una amplia representación en la junta directiva de mujeres jóvenes. Un desayuno donde el agradecimiento de las más jóvenes a las más mayores por todas las luchas previas estuvo muy presente, y donde las compañeras de otras comunidades también pudieron compartir sus experiencias y anhelos. Un desayuno del que nos fuimos, cargadas de esperanzas y de nuevas compañeras con las que seguir haciendo camino juntas.
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