Y si además a todo esto lo acompañamos de productos naturales, sostenibilidad, conservación, tradición y artesanía, la criatura en gestación promete ser bien bonita.
O así es como yo veo el fantástico proyecto de Javier y Esther en torno a la recuperación de la lana como materia prima, que ellos han dado en llamar dLana. En sus propias palabras: “Hace casi dos años…nos preguntamos cómo podía ser (a estas alturas) que … fuera tan complicado encontrar productos textiles respetuosos con el medio ambiente y las personas con una relación calidad y precio adecuada. A los pocos días esta pregunta se tornó en propuesta de proyecto, pues decidimos empezar a indagar que podíamos hacer para ofrecer alternativas éticas de moda además de buscar una solución a nuestra inestabilidad laboral…Nunca podremos decir que dedicarnos a trabajar con lana ha sido una decisión meditada, simplemente creemos que apareció de repente y hemos quedado totalmente enamorados”.
La lana es una fibra natural suave y rizada, con unas propiedades difícilmente superables por otras fibras: es ignífuga, es un gran aislante térmico y acústico, regula la humedad ambiental, purifica el aire que la rodea gracias a la interacción de sus ácidos con los gases tóxicos del ambiente (formaldehídos, hidróxidos de nitrógeno y azufre, etc), es uno de los materiales con mayor durabilidad y resistencia al paso del tiempo, es un material anti-estático con gran resistencia a la suciedad, las bacterias, los ácaros, los hongos, etc1, 2. Por todo ello, según comentan Esther y Javier: “esta materia es muy versátil y se puede utilizar tanto para construcción (y el revestimiento de interiores) como para la industria cosmética; además del sector textil, donde sabemos que la lana española brinda unas características muy especiales. Por todo esto, estamos estudiando qué posibilidades nos brindan todas las lanas, incluso las más gruesas y menos cotizadas.”
En España “la lana es considerada en la actualidad un subproducto de la oveja e incluso en muchas ocasiones un desecho inservible, lo que lleva a que la mayoría de la lana se exporte a países como China o Marruecos.” No obstante, la producción anual de lana a nivel mundial se estima en 2,1 millones de toneladas y el valor de las ventas mundiales de productos de lana en torno a los 80 mil millones de $ al año1. Es un producto y un mercado que saben aprovechar muy bien países como Australia, China, Nueva Zelanda, Irán, Argentina o Reino Unido, mientras que en España, nuestra inmensa tradición productora y transformadora desde los tiempos de La Mesta y la apreciada raza Merina, han ido desapareciendo paulatinamente.
Salvo honrosas excepciones, como la del Val de San Lorenzo (León), o Manufacturas S.A. en Béjar (Salamanca); gran parte de las industrias de transformación para los vellones esquilados a las ovejas han desaparecido, lo que supone también una pérdida importantísima en saberes, conocimientos, técnicas de elaboración, etc, que tienen que ver con un patrimonio inmaterial muy importante. Desde dLana comentan que “la UNESCO define la «artesanía tradicional» como “la manifestación más tangible del patrimonio cultural inmaterial”, y estamos seguros … que existen miles de ejemplos que aún podemos recuperar e incluso adaptar a las necesidades actuales para promover que los artesanos transmitan sus conocimientos a las generaciones venideras.”
Potenciar y recuperar ese tejido industrial resulta clave para aumentar el valor de la lana en origen, sacándole el máximo valor añadido con su transformación cerca de los puntos de producción. Y ahora es incluso más necesario vincular a otros sectores de la segunda y tercera transformación, o incluso del sector servicios, en toda esta cadena pues según los estudios de mercado de dLana “es fundamental a día de hoy, unir el diseño y la artesanía como garantía de calidad para elaborar artículos de alto valor añadido, únicos y duraderos en el tiempo.”
Pero también es imprescindible trabajar sobre la base, sobre las ovejas: “sólo las ovejas que han sido cuidadas de esta forma (en el monte, trashumando y pastoreando libremente) producen una lana de alta calidad y de mejores características, por la exposición al calor y al frío, una alimentación equilibrada, natural y baja en suplementos y tratamientos medicamentosos, que influyen directamente en la calidad de la fibra.” Y eso pasa por defender la ganadería extensiva y trashumante de ovino, que no sólo proporciona productos de calidad (carne, quesos, otros productos lácteos, etc) y empleo en el medio rural, sino que como ya sabemos aporta multitud de beneficios ambientales, entre otros: “las ovejas en sus movimientos en búsqueda de alimento transportan semillas, dispersándolas y generando diversidad, así como fertilizando las tierras a su paso. Según un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid, un rebaño de 1.500 ovejas trashumando entre Extremadura y Picos de Europa, transporta cerca de 5.000 semillas por cabeza y día, así como todas juntas producen cerca de 4 toneladas de abono al día”. Es una actividad que debemos apoyar y defender claramente, «la trashumancia, una tradición ancestral de más de 6.000 años, en vías de desaparición, precisa más que nunca de todo nuestro apoyo. Tenemos en nuestras manos la responsabilidad de ser el altavoz de estos pastores allá donde ellos no puedan llegar por la idiosincrasia de su propia actividad y por las dificultades que el sistema y las instituciones les ponen cada día, ya que sin ellos muchos de los beneficios que su trabajo aporta y las actividades que se derivan del mismo, podrían desaparecer también”.
Y unido a todo esto además, los chicos de dLana quieren aportar a su proyecto empresarial una visión sostenible y lo más respetuosa posible con el medio ambiente: “queremos cerrar el círculo de vida de esta polivalente materia sin olvidar que el respeto al medio ambiente debe estar presente en todas sus fases y que además esta acción de cuidado de lo “nuestro”, de la Madre Tierra, nos brinda nuevas oportunidades de emprendimiento, ahorro y reinversión económica en las actividades. Desde la reutilización de los sobrantes (la suarda por ejemplo) en agricultura (como materiales para compostaje), a la gestión eficiente de los recursos como la energía (desde un simple mantenimiento de la maquinaria hasta la inversión en nuevas energías verdes para los procesos), el agua (el uso eficiente del mismo disminuyendo la huella hídrica hasta su reciclaje y reutilización mediante plantas macrófitas) o el calor (la eficiencia energética de nuestros espacios de trabajo puede ahorrar mucho dinero, así como el aprovechamiento del propio calor generado por la maquinaria)”
En definitiva, un interesante proyecto que desenmaraña el gran universo lanar de forma cercana, cálida y abierta, que invita a la colaboración para que cada uno aporte el granito de arena que pueda y quiera, para hacer real el sueño de “recuperar el alto valor de la lana como materia prima”. Y en palabras de nuestros protagonistas “este proyecto empresarial dibuja un mapa lanero lleno de posibilidades y oportunidades a explotar, tantas como la mente sea capaz de imaginar y tenga la motivación de poner en marcha, por lo que si queremos todas y todos podemos ser de alguna forma dLana* «
- http://www.iwto.org
- http://nanimarquina.com
¡Muchas gracias, Olga, por este pedazo de artículo!
Un lujo poder contar con tu apoyo desde los inicios de esta andadura lanera.
Seguimos trabajando duro para conseguir nuestro objetivo, implicar a cuanta más gente mejor y disfrutar en el proceso.
Muchas gracias a Fundación Entretantos también por todo su trabajo.
Me ha encantado tu artículo, Olga.
¡Es redondo! completo, repleto de conexiones y con muchas ilusiones (la de los de dLana, la de la que escribe y además la de quien lo lee).
Noticias así es justo lo que hace falta en estos días inciertos.
Gracias, por el texto y por ti